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Magda Jou
Trabajadora Social
Master en Sociología y Antropología Social. 

Hoy amanecí con dolor de cabeza, ¿cuál habrá sido el último pensamiento
de la noche que me dejó este mal estar?

Vivo en un tercer piso con vistas a una escuelita y con café en mano salgo a la
terraza, con intención que el sol que despunta acallará o acompañará de
mejor manera mi dolencia. ¡¡¡¡Craso error!!!! puesto que a la 8.30 de la mañana
desde esta locación tengo vista privilegiada de mil y una interacciones y
entradas y salidas de niñ@s a su jornada educacional.

Se pueden observar ciertas conductas de abuel@s, niñ@s, padres y madres
que en este frenético ritmo de vida a parte de acelerar el pulso y nuestro
corazón, hacen que se generen conductas que rozan, si es que no entran
algunas de lleno, a una comunicación corporal y verbal violenta.

“hoy he escuchado…pero si te dije coje la manzana …otra vez te lo olvidaste
eres….”
 “bájate ya que parece que la cama la llevas encima…” 
“eres como un oso panda…de verdad que no te soporto…” 
bueno y un sinfín de retahílas que me hacían arder los oídos.

Marshall Rosenberg, psicólogo estadunidense y educador, a todo esto, que
observo con agitación y un profundo dolor de cabeza, le habría sacado partido
y muchos ejemplos para trabajar lo que nombró como la “comunicación no
violenta”.
La comunicación no violenta, pretende resarcir la comunicación violenta que
ahora miso observo. Basa sus pilares en expresión sincera y una recepción
empática….

Pero ¡Madre mía ¡¿Cómo le digo a la abuela que seguro es dulce y amorosa pero
ahora está jalando el brazo a ese pequeñ@ para que llegue a la hora, o a
ese padre o madre comprometido en esa crianza que en ese momento con
aspavientos bruscos hace bajar del coche rápidamente a sus hij@s pq llega
tarde a la oficina…..que ambos están perdiendo los papeles!!!

¿Qué les ocurre que se desconectan de esa naturaleza solidaria y los lleva a
comportarse de manera violenta y abusiva?

Por qué una madre/ padre cariños@ y responsable llega a gritar y emitir
amenazas cuando sus hij@s no se comportan como ella/ él  espera? 

 ¿Por qué han elegido palabras y maneras que contradicen probablemente valores
positivos que expresan?

Lo que está claro es que la comunicación violenta tiene cierta aceptación y
tenemos claro que al ejercerla algún beneficio se obtiene, es más rápida y
eficaz a corto plazo (castigo, imposición, intimidación.) 

Esos niñ@s han entrado más rápido a la escuela…pero pregunto ¿cómo afecta esto a nuestro
ser al decirlo o al recibirlo? ¿Cómo me siento como interlocutor en corto y
largo plazo? ¿Cómo marca esto mi relación con los demás? ¿Si a nivel
individual nos construimos así de forma colectiva qué y cómo nos construimos?

Rosenberg decía que la base de una comunicación no violenta, también
podemos decirle comunicación sana, saludable y asertiva, se circunscribiría en
4 acciones, la primera y clave, tener conciencia y observación de los hechos.
Después poder expresar nuestro sentir libremente, para dar paso a expresar
nuestras necesidades y por último generar el espacio para formular una petición.
 ¿Cuánto de lo anteriormente mencionado realizamos habitualmente? 
¡Ufff¡  ahí lo dejo …..

Creo que le daré un par de vueltas y como decía Mafalda en alguna de las
viñetas creativas de su creador Quino “que pare el mundo que yo me bajo” y
una vez abajo pensaré en primera persona que me falta de todo esto y
después en genérico seguir preguntándonos el beneficio de una forma de
comunicar u otra y que tanto me dura esa recompensa….

En este parón de mundo y el silencio porque son las 9.15, y cerraron las puertas
del colegio creo que tomaré algo para la cabeza porque, 
 ésta sigue doliente.